Es mejor permitirse el tiempo y el espacio para sentir, expresar y llorar el dolor y la mezcla de emociones (Tristeza, culpa, rabia, frustración, confusión, miedo, soledad, desconsuelo, etc) que es normal vivir en esos momentos. 

Esto ayudará a que el cerebro pueda procesar los eventos y pueda ir superando las diferentes etapas que conlleva la recuperación, lo cual puede llegar a tardar muchos meses en función de los recursos de la persona y de su capacidad de adaptación a los cambios que se han producido en su vida.